Boda en Cabo de Gata – María José & Antonio
No, lo siento, tengo que decir la verdad y ya saben que la digo de corazón. Nada en esta boda era al azar. Esa luz no es al azar, como ninguna de las bodas que ves aquí. María José y Antonio, al ser fotógrafos confiaron plenamente en mí y dejaron en mis manos los horarios, lugares, posiciones y marcas para que la luz fuera lo que estáis viendo. Si se dejan las cosas al azar no salen nunca. Me dicen: «Quiero esa luz naranja de puesta de sol». Pero si no hay puesta de sol no puedo hacer nada y en una iglesia eso es imposible.
Muchas parejas quieren bodas así y relegan su organización a cualquiera, o peor, lo hacen a los mismos lugares. El resultado es una boda igual que todas las demás. Si a eso añadimos el gusto y el cariño con que María José personalmente hizo cada detalle (hasta los banderines los hizo a mano ella). Si añadimos el dejarse asesorar por profesionales todo sale realmente como debe, pero se debe demostrar antes, no tener fe.
Una boda debe ser algo personal, no imitando lo que otros hacen. María José sabe de lo que se trata, porque es fotógrafa de bodas. Para mí es un honor que se repite constante. El que me contraten compañeros de profesión me hace verificar que estoy haciendo bien las cosas. Antonio apareció en la vida de María José en una clase de fotografía precisamente, y la fotografía los unió.
Fue eso, una boda de imágenes, porque ellos viven de imágenes, ven la vida en imágenes. Fue un placer para mí allí conocer también al grandísimo fotógrafo Ilan Wolff. Gracias por esta mágica tarde y por tanta confianza. Todo salió perfecto, como debía de ser, por no dejar las cosas al azar. Gracias de corazón por hacerme partícipe de esta historia. Sed felices, es una orden.